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        "Exilium agerent mea"

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                    "Porque allá donde yo vaya, el Milagro de la Santa de Santas me seguirá con regocijo"

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Estas fueron las últimas palabras pronunciadas por Altasgracias de Melquíades justo antes de abandonar las paredes sagradas de la Catedral del Milagro Santo, en Altum Aethera, su ciudad de origen. Desde el mismo momento en el que nació fue instruida por las hermanas de la Hermandad de la Santa de Santas en los designios de su religión y creencias. Desde el origen del Milagro Santo hasta los tiempos actuales de la Era de la Santa de Santas, Altasgracias mantuvo un inexpugnable y ferviente deseo de ser la mano ejecutora del Milagro, sirviendo hasta el último aliento por esta y las convicciones de la Hermandad a la que pertenecía.

 

Por desgracia toda aquella devoción y servidumbre tuvo fin cuando los herejes irrumpieron en la Basílica de la Santa de Santas, matando a toda hermana que se antepusiera en su camino bajo el alegato de que "Ninguna mujer tiene derecho a poseer altos cargos en la fe nuestra". Altasgracias luchó con valentía por aquellas creencias que defendía...pero al final tuvo que abandonar su Basílica y las hermanas supervivientes, en las que se incluía su madre, tomaron rumbos diferentes bajo los pies de la Catedral del Milagro Santo, para nunca jamás ser vistas.

 

O al menos así fue, hasta ahora... 

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